lunes, 26 de abril de 2010

La indigestión de la ballena Joaquina



Cansada de nadar todo el rato, la ballena Joaquina abrió la boca para bostezar y, sin querer, se zampó un banco de peces, tres medusas y dos kilos de gambas.
Además, se tragó al pesquero Mariela con su capitán Conrado. Y de eso hace ya muchos meses. Desde entonces el capitán Conrado vive en el estómago de la ballena Joaquina, que ha decorado como el salón de su casa añorada. De vez en cuando se interna por las cavidades que llevan hasta la nariz dorsal por si a la ballena Joaquina se le ocurre soltar por fin un chorro de agua que la arrastre a fuera, al aire libre. Pero luego vuelve al salón y piensa que no se está tan mal, ahí dentro. Ha colocado una ventana de cristal para observar el fondo marino a través de la barriga del cetáceo. Y ha instalado una lámpara de coral para sentarse a fumar en pipa en la butaca de algas y ver pasar las horas acariciando a los peces.

(El texto no es propio)